México riega el tepache

El juego de la selección mexicana se vivió, olió y sintió

México por fin ganó en el Mundial de Qatar, venció a Arabia Saudita 2-1, pero fue la victoria más amarga, tanta como las yerbas que venden para el té que alivia males del riñón.

En el tianguis de El Salado sobre la Avenida Texcoco, Nezahualcoyotl, el juego de la selección mexicana se vivió, olió y sintió de distinta manera. Los nervios estaban a punto de hervor, más que los esquites y elotes.

Mientras despachaban el kilo de cebollas, el vendedor tenía un ojo a la báscula y otro al televisor, pero los verdes no reaccionaban y se amontonaban como el manojo de espinacas.

Más adelante, donde está la pancita, era complicado poner el orégano y el chile al plato y gritar al mismo tiempo que los del Tri le metieran más rábanos y se fueran al frente.

Pasaban los minutos y los dirigidos por Gerardo «Tata» Martino padecían el mismo mal que acarrearon en los primeros juegos, ni un gol, por eso comerciantes y clientes veían por momentos el encuentro, pero más fríos que los esquimos de rompope.

Tortas, cemitas poblanas, ropa, lechuga, una mezcla de colores y sabores, que se perdían con la frustración de ver a México cerca aunque sin concretar.

La primera parte se fue como el salario mínimo al comprar un kilo de carne y todo el tianguis de El Salado respiraba.

Llegó el complemento, las emociones en un alto nivel como las cumbias que retumbaban en un puesto de bocinas y es que el dueño prefería no ver lo que ocurría en Qatar.

Enseguida, no tenía mucho de haber comenzado el segundo tiempo del martirio para la afición cuando al minuto 47 Henry Martin la puso en las redes de la portería de Arabia Saudita.

Un grito desde Neza e Iztapalapa que se escuchó hasta Chimalhuacán, Chalco y Chicoloapan.

Las quesadillas de chicharrón brincaron de un plato y hasta el tepache fue a dar al suelo mientras que en otro puesto el plátano y las piñas se cimbraron por el brinco del «marchante».

Faltaba más, aún no se podía celebrar porque faltaban goles a lo mexicanos. Y llegó Luis Chávez para ponerle más sabor a laos tacos de cecina con el segundo tanto para los del Tata.

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Todos gritaron y se detuvieron a ver la hazaña. Un señor se paró en el puesto de verduras y pidió un cuarto de chícharos, qué ironía, justo a quien se extrañaba más en la delantera.

¡Un gol y regalo melones! Se escuchó en uno de los puestos, pero la mujer a su lado lo miró como cuando Robert Lewandowski vio a Guillermo Ochoa tras detenerle el penal.

Los últimos minutos fueron de silencio, hasta el vendedor de bocinas apagó sus aparatos.
Toda la esperanza se vino abajo cuando Aldawsari al 90+5 venció a Ochoa y poner el 2-1 que dejaba afuera a México.

Mentadas de madre entre perejil, coles y papas, no hubo para más la selección dirigida por Martino se quedó fuera de este Mundial.

Todo siguió su curso y el de los melones salvó la tarde gracias a un árabe.

DMM