La elección reducida a un número

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El proceso electoral del Estado de México ha cumplido la mitad del periodo de campaña y las encuestas se mantienen como el tema principal en lo que se puede calificar de una elección atípica respecto a lo que estamos acostumbrados a ver en nuestro país.

Previo al arranque de la etapa de campañas, se esperaba una contienda ríspida; se vislumbraba que, al ser una contienda entre dos aspirantes, sería una lucha intensa, algo que en definitiva no ha pasado y que, parece, no pasará.

Muy por el contrario, las dos campañas en disputa han sido, por decirlo amablemente, insípidas y aburridas. Pese a que han saturado el espectro radioeléctrico, los mensajes parecen pasar desapercibidos.

En la opinión pública la discusión electoral se ha centrado en cuántos puntos de ventaja le lleva Delfina a Alejandra y lo único en lo que todos coinciden es en que la priista aún no alcanza a la morenista.

Números, sumas, restas, algoritmos indescifrables que justifican una u otra declaración para decir que se está más cerca o más lejos, como si se tratara de un programa de Plaza Sésamo “ceeeeerca, leeeeeeejos”.

En medio de estos galimatías sin sentido de números que no dicen nada pero parece que sí, las propuestas electorales se pierden entre el mar de declaraciones lanzadas al viento para imponer, cada cual, su propia narrativa.

Para ambas candidatas, pero sobre todo para quien lleva las de ganar, es muy cómodo no lanzar propuestas porque entonces tampoco hay compromisos de gobierno y, al no haber compromisos, tampoco habrá promesas incumplidas.

Las campañas, entonces y por decir lo menos, han quedado a deberle a la ciudadanía. Según datos de Parametría, presentados hace una semana en el IEEM, a estas alturas de la contienda, más de la mitad de la gente aún no sabe cuándo es la elección.

El día de mañana estaremos a un mes de que se lleve a cabo la jornada electoral para la renovación de la gubernatura mexiquense y lo cierto es que las campañas simplemente no prenden y, lo que es peor, no levantan.

Pareciera que el objetivo de las dos contendientes fuera que la ciudadanía participe lo menos posible o que incluso no lo haga, lo que dejaría el resultado electoral en manos de las respectivas estructuras.

En un par de semanas más estará realizándose el segundo debate entre las contendientes y si corre la misma suerte del primero, igualmente pasará de noche para la gente que, en buen medida, ni siquiera se enteró de su realización.

Tic, tac, tic, tac… el tiempo corre y se termina el plazo para que las contendientes y sus partidos le inyecten emoción a sus campañas y logren conectar de manera definitiva con el electorado para alcanzar el triunfo el próximo 4 de junio.

Por lo pronto, con la elección reducida a un número, no nos digamos sorprendidos cuando quien gane (sea quien sea) resulte que no tenga nada por hacer porque simplemente en nada se ha comprometido con la gente.

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TAR