Cinthia Benito, artesana de chaquira que fusiona herencias

Desde niña, la tradición textil le llena las manos y, por las noches, decora las prendas que ponen en alto el nombre de su familia

Cinthia Benito García es una artesana que basa sus creaciones chaquira, una tradición guerrerense que adaptó a la técnica textil mexiquense, por lo que combinó la herencia de su familia originaria de Ometepec, Guerrero.

Vecina de la comunidad de San Pedro el Limón, en Tlatlaya, reconoció que tiene casi tres décadas dedicadas a la elaboración de prendas de vestir que llevan la marca de la tradición que su abuela le transmitió.

Cinthia aseguró que aprendió a realizar los bordados tradicionales de la comunidad de San José Ejido, donde su abuela fue de las pioneras del oficio. 

“Tiene más de 28 años que aprendí a hacer el bordado, como desde los 7 años nos enseñan nuestras mamás a elaborar lo que son los tirantes de una blusa tradicional, es un oficio que nos enseñan de generación en generación y nosotras también se los enseñamos a nuestras hijas o varones, porque es parte de la cultura de la comunidad”, mencionó.

Detalló que fue su madre, quien también es mexiquense, la que le enseñó a realizar los bordados con chaquira para continuar con el legado de la abuela y con un oficio que es la principal fuente de ingresos de los habitantes de San José.

Foto: Brian Prado

La técnica que se volvió tradición comenzó imitando los bordados oaxaqueños, a base de punto de cruz, para después implementar la piedra.

“Ya con la chaquira, se utilizaba para hacerle a las personas que eran esposas de los hacendados, que hacían una fiesta que se llama de Santiago Apóstol, que todavía se sigue haciendo, y las chaquiras se usan para lucirse”, dijo la artesana.

Esta es una artesanía a la que se le ha dado un mayor valor en los últimos años, aunque no el suficiente, lamentó; sin embargo, la mexiquense ha podido llevar sus trabajos a estados como Morelos, Michoacán y Oaxaca, donde existió una disputa por el origen de la técnica.

“Ahora se le da más difusión a la prenda de chaquira, porque anteriormente sí se tenía un poco olvidada, o no se sabía de dónde venía, de hecho, en Oaxaca peleaban mucho que ellos comenzaron a realizarla, pero en la comunidad donde yo aprendí, tenemos más de 70 años realizándola”, argumentó la artesana textil.

Foto: Brian Prado

Bordar chaquira es un trabajo que requiere habilidad, creatividad, pero sobre todo, paciencia; esa es la clave, explicó Cinthia durante la plática, y es que para realizar un producto de estas características pueden tardar hasta un año, aún dedicándole la mitad del día.

“En el bordado más simple, más pequeño, una tirita, lo estamos haciendo en dos semanas y el bordado más complicado nos lleva a veces hasta un año en elaborarla, que es una blusa campesina ancha».

«En las blusas más convencionales nos tardamos como un mes y medio, con jornadas de hasta 12 horas, pero obviamente hay quienes se tardan más, dependiendo de cuánto tiempo le dediquen”, explicó Benito.

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Salud en riesgo

Cuando Cinthia platica sobre su oficio es notorio el orgullo en su semblante, orgullosa de continuar con una tradición que forma parte de la identidad mexicana, y de la cual, su abuela fue parte de las creación por lo que ha involucrado a toda su familia en su proceso artesanal.

Este sentimiento la ha llevado a asumir los riesgos de ser artesana, pues señala, existe otra cara de la moneda que poco se menciona, y esa es que enfrentan problemas de salud por la postura.

“Siempre hay riesgos para los artesanos que van saliendo con el tiempo, creo que todos; sin importar nuestra artesanía, forzamos mucho la vista por los detalles».

«También hay artesanías, como la chaquira, que la postura te genera problemas porque para bordarla hay que hacerla en un plato hondo y estar como agachado y con una aguja la vamos ensartando una por una, esta posición puede generar daños en los pulmones o en los riñones”, comentó Cinthia.

Foto: Brian Prado

Ella, reconoció, ha sido testigo de cómo algunas de sus colegas comienzan a enfermarse, durante  la vejez o incluso antes, y sabe que pueden llegar a perder la vista.

“Hay muchas artesanas que a temprana edad pierden la vista, porque algunas trabajan de noche, yo la verdad también tengo ese hábito y lo que pasa es que el reflejo de la luz en la chaquira, como es muy brillosa pues sí te lastima”, dijo la artesana.

Foto: Brian Prado

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Regateo, el eterno tormento 

Benito García reconoció que el regateo es “el pan de cada día para los artesanos” propiciado por sus connacionales pues con los extranjeros no batallan por cobrar lo que en realidad cuesta su trabajo.

“Nos hace sentir tristes, creo que es en parte porque la gente no conoce todo el trabajo que hay detrás, aunque hay compañeros que sí le bajan muchísimo a sus precios».

«Yo lo que trato es explicarles todo lo que hacemos y concientizar un poco a la gente del tiempo que nos lleva y todos los problemas de salud que te platicaba”, apuntó.

A pesar de todas las vicisitudes de su oficio, la maestra consideró que vale pena, no solo por su legado familia sino porque “es parte de nuestra cultura, nosotros con la artesanía; pero con cualquier cosa que alguien haga que mantenga las tradiciones de México, siento que nos volvemos parte del alma del país y personalmente creo que eso es algo muy grande y me llena de orgullo”, concluyó.

DMM