¿Asistencialismo o programa de gobierno eficaz?

Observatorio Electoral

Históricamente hablando, durante la mayor parte del siglo XX, las campañas electorales en México han sido instrumentos de legitimación de las decisiones tomadas por los principales gobernantes y no procesos para conseguir el respaldo a los candidatos a puestos de representación popular. Esta fue una constante que solo hasta finales de ese siglo comenzó a cambiar en el país, pero que en suelo mexiquense todavía no ocurre.

A esto se debe que el Estado de México sea una de las entidades con menor desarrollo político del país. Así lo muestra la más reciente medición elaborada por el Índice de Desarrollo Democrático 2022 (IDD). Ocupa el lugar 26 en la tabla. Solo están peor Oaxaca, Michoacán, Morelos, Guerrero, Chiapas y Puebla. Descendió nueve posiciones en solo un año. Ahora está considerado de mínimo desarrollo democrático.

Para aumentar el desarrollo democrático mexiquense, el IDD recomienda: promover la participación electoral; construir ciudadanía; respetar los derechos políticos y las libertades civiles; combatir la delincuencia organizada, el feminicidio y el delito común; mejorar la responsabilidad gubernamental y social; optimizar el presupuesto educativo; promover el empleo; luchar contra la pobreza y la inequidad; optimizar la recaudación fiscal; generar desarrollo económico y fortalecer la inversión.

A pesar de la trascendencia de las recomendaciones contenidas en el IDD, no todas se reflejan en las propuestas de las candidatas de Morena y el PRI. Aunque las campañas electorales por la gubernatura mexiquense comenzaron esta semana, no son muy diferentes a las anteriores. Delfina Gómez y Alejandra del Moral han hecho las ofertas acostumbradas, pero no se aprecia cómo pueden resolver los graves problemas estructurales del Estado de México, por ejemplo, la corrupción o la inseguridad.

Aunque presentó el Programa Bienestar desde el primer día de campaña, a través del cual pretende resolver los principales rezagos de los mexiquenses, Delfina Gómez se ha centrado más en su oferta de programas sociales. El 3 de abril prometió la universalidad de los mismos. Aseguró que no existirá condicionamiento alguno para acceder a ellos y que no serán usados para controlar a los más necesitados.

Por su parte, el 4 de abril, Alejandra del Moral indicó que el eje principal de su gobierno será el Salario Familiar, por lo que el Salario Rosa no desaparecerá, sino que se transformará. Adelantó que el monto bimestral aumentará a tres mil pesos, para apoyar a más mujeres, pero también a hombres, jóvenes, adultos mayores y, por increíble que parezca, según este diario, ofreció incluir hasta a las mascotas. Una medida claramente clientelar.

Aunque han hecho otras ofertas, las propuestas asistencialistas de las dos candidatas revelan que ambas están viendo a los electores mexiquenses más como clientes que como ciudadanos. A través de esas políticas están tratando de captar el voto de los electores más vulnerables económicamente, pero también el de las clases medias y altas.

La pregunta es si de esta manera se podrá elevar el desarrollo democrático y la calidad de vida de los mexiquenses o solo serán paliativos para que soporten una existencia con pocas oportunidades de progreso. Si desean un cambio real, los partidos y sus candidatas deben ver a los electores como ciudadanos con diversos derechos adquiridos, que ellos deben satisfacer cuando sean gobierno. Ya no deben verlos como la clientela política de cada campaña.