Agua: prioridad no reflejada en el presupuesto es demagogia

La Fuente

Sin duda, uno de los instrumentos económicos más importantes del Estado, y uno de los de mayor atención pública, es el presupuesto de gasto.

Según Montesquieu, el Estado moderno se contempla como la fortaleza que garantiza la realización de los valores como la libertad, la justicia, la seguridad, así como la procuración de los servicios públicos, como lo son todos los relacionados con el agua. En este punto se deben diferenciar conceptos que son usados erróneamente como sinónimos.

El “Sector Público” es la conjunción de la Institucionalidad pública, su organización y sus relaciones, lo que rebasa el ámbito ejecutivo para contemplar la parte pública de las relaciones sociales, políticas y económicas.

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Por otro lado, la “Administración Pública” es el conjunto de organizaciones que operan la matriz institucional del gobierno en el ámbito del ejercicio directo del actuar del gobierno y la operación de sus políticas.

Y “Gobierno” es la representación del poder público materializada en su poder de cohersión y su capacidad de actuación sobre las fuerzas sociales; mientras que “Estado” es la soberanía, territorio, cultura, población y régimen político.

Los presupuestos gubernamentales entran en la competencia de la Administración Pública, lo que conlleva todo lo relacionado al agua debido a la responsabilidad de ejecución de las atribuciones que tiene cada orden de gobierno. Si embargo, el concepto de Gobierno también tiene injerencia sobre el gasto por ser un instrumento que busca la gobernanza con las fuerzas sociales.

La directriz económica de un Estado se fija a través de la política económica, que a su vez tiene como “brazos importantes” la política monetaria y la política fiscal. En lo relativo de la política fiscal tenemos dos componentes: la política de ingresos y la política de gasto. De ésta última se desprenden dos instrumentos: los subsidios y transferencias, y el gasto público, que se materializa en los presupuestos de egresos de la federación, los presupuestos de egresos estatales y municipales.

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La importancia que tiene la política fiscal para la vida de un país estriba en que se decide el grado de intervención que el Gobierno realiza sobre el comportamiento de las variables económicas. Va desde una política intervencionista hasta una acendrada política liberal. En cualquier caso, tendrá un impacto sobre el desarrollo económico y social de la nación. Esta contribución de la política fiscal al logro de los objetivos de política económica, revelan la importancia que la política fiscal tiene para un país. 

Lo que estamos viviendo actualmente en México tiene que ver precisamente con esta perspectiva. Estamos sufriendo impactos por decisiones tomadas en algún momento basadas en un modelo económico.

Uno de los factores que marcan la intervención del Gobierno es su nivel de gasto, de ello depende, por supuesto, el nivel de ingresos del país, pero también de las prioridades de la nación. 

Nuestro país tiene una historia donde el Gobierno juega un papel importante en la economía.

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A pesar de la tendencia que a partir de los años 80 dominó el mainstream de poca intervención y solo regulación, nuestro país no dejó de ejercer programas de subsidios y compensaciones que no están relacionados, necesariamente, con la lógica del modelo dominante.

Por ello, y ante una problemática de lo más compleja, no deja de sorprender la poca importancia que se le ha dado por décadas a los temas relacionados con el agua, presupuestalmente hablando. Se escucha en cualquier reunión, mesa, conferencia, o discusión acerca de lo importante que es el agua y su modelo de gestión… Se dice que es fundamental para la vida, que es un factor de salud y desarrollo y, sin embargo, lo que se demuestra en los presupuestos y/o determinación de cobro de tarifas indica todo lo contrario. De ahí el título de esta semana, “prioridad que no se refleja en el presupuesto es demagogia”.

Hugo Roberto Rojas Silva

econorojas.h@gmail.com